Hablo de ese dolor que se siente en el alma, el que inunda cada pedacito de nuestro cuerpo y el que tiñe nuestros días. El dolor se siente y no hay un boton de apagado. Intentar reprimirlo es en vano porque empuja por salir y a mayor intento por ocultar se vuelve peor. Cuanto me hubiera gustado encontrar algo que elimine el dolor! Todavía no se ha inventado analgésicos del alma, pero existe un camino que de alguna manera colabora a llevarlo de otra forma: Es hacer las cosas pensando en los demas, ayudar a que el beneficio de alguna actividad sea para todos. Esto es sumamente gratificante y es un regocijo para el espíritu.
El dolor es algo muy personal y cada uno lo lleva como puede o como quiere llevarlo.
Traer alegría a quien lo padece es una brisa de aire fresco, si tienes oportunidad se el viento !